La etapa adolescente es un momento de vital importancia en la construcción de la persona. La sociedad actual, hiperconectada y en permanente cambio puede generar un frágil equilibrio entre la maduración emocional y la maduración biológica. Algunos jóvenes pueden no disponer, en un momento dado, de las herramientas necesarias para gestionar situaciones de mayor tensión y estrés y pueden sufrir ansiedad, depresión, baja autoestima, dependencias y problemas de imagen corporal entre otros, que interfieran en su desarrollo y funcionamiento psicosocial.
Por eso, es importante que los profesionales dispongan de herramientas y estrategias para poder detectar y acompañar situaciones de fragilidad emocional en los adolescentes y así evitar que se agraven, se cronifiquen y tengan un mayor impacto en la persona afectada.