Tal como se describe en el ODS 3 debemos «Garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos a todas las edades».
Sabemos que aproximadamente la mitad de los problemas de salud mental se manifiestan antes de los 14 años y, tal como se expresa en las Directrices HAT, abordar la promoción de la salud y la prevención en la etapa adolescente es clave por dos motivos: la neuroplasticidad del cerebro adolescente (que le permite reestructurarse y adaptarse a situaciones nuevas) y la posibilidad de intervenir justo cuando las principales problemáticas de salud mental empiezan a aparecer.
Por ello las acciones de prevención deben ir orientadas a la promoción de los factores protectores y la reducción de los factores de riesgo y, para que sean efectivas deben desarrollarse acciones de prevención que contemplen ambas recomendaciones:
– La prevención primaria: trabajando factores protectores universales en el conjunto de la población adolescente.
– La prevención secundaria: Trabajando factores protectores con un segmento de población adolescente en la que ya se han detectado conductas de riesgo con la finalizad de reducir la aparición de problemáticas de salud mental y reducir significativamente la gravedad de ellas.
Desarrollar programas de prevención que combinen las dos vertientes posibilita no solo fortalecer los elementos protectores en los adolescentes, sino que además permite realizar una detección temprana de las problemáticas de salud mental y trabajar de forma específica con los adolescentes que están en una situación más vulnerable para reducir el riesgo de desarrollar un trastorno mental. Hacerlo antes de los 14 años permite anticiparse a la aparición de un posible trastorno revirtiendo la situación hacia la promoción y prevención de la salud mental.
